
GABRIELLE Y EL PAPEL DE LA MUJER
Por Marta
Una visión revolucionaria
Ella detectó por primera vez, que la mujer no era un florero cuyo único objetivo era el paseo por los actos sociales. Muchas de las prendas de la época eran bajo su criterio (y también el mío), excesivamente ajustadas, ordinarias y prescindibles. Entre otras cosas, no permitían a las mujeres moverse con libertad.
Gabrielle, con osada valentía, comenzó a utilizar trajes de hombre, obviando que en aquella época podía ser considerado hasta delito.
Comenzó aquí, una línea de diseño de cortes rompedores y prendas que permitirían al sexo femenino realizar otro tipo de actividades. En definitiva, rompió para siempre con los símbolos de femineidad hasta el momento conocidos.
La esencia de su obra: La practicidad
Desechó el corset, introdujo el corte de pelo a lo garçon e hizo de las joyas un accesorio más sencillo y menos pretencioso: las perlas eran uno de sus must.
Apostó por los jerseys de canalé y las camisetas de rayas, consideradas en la época “prendas de currante”. Además, creó el sastre de dos piezas tweed. Todo ello para facilitar la labor de las mujeres trabajadoras desde la comodidad.
“En mi juventud, las mujeres no parecían humanas. Sus ropas eran contra natura. Yo les devolví su libertad. Les di brazos y piernas de verdad, movimientos que eran auténticos y la posibilidad de reír y comer sin tener necesariamente que desmayarse”
Una personalidad única